En el transcurso de los últimos años, la red (Internet) ha demostrado ser un catalizador para una revolución sin precedentes en todos los aspectos de nuestras vidas. Desde avances tecnológicos hasta cambios en la forma en que nos comunicamos y trabajamos, la red ha tejido una red global que conecta a individuos y empresas de todo el mundo. Sin embargo, esta era de conectividad sin límites también ha traído consigo una serie de riesgos que impactan no solo a los usuarios individuales, sino también a las empresas que operan en este paisaje digital.
Riesgos empresariales en la era digital
En la vorágine de la revolución digital, las empresas se encuentran en un terreno complejo donde la interconexión global y la dependencia de la tecnología han tejido una red de desafíos significativos para la gestión de riesgos. En este escenario, la digitalización ha traído consigo un abanico de riesgos, que van más allá de las amenazas cibernéticas y se ramifican en otras esferas cruciales.
La ciberseguridad, como principal riesgo digital, ha emergido como un desafío omnipresente. Los ciberataques, con su capacidad para infiltrarse en sistemas y robar información confidencial, representan una amenaza constante. Ejemplos paradigmáticos incluyen los ataques de ransomware, donde los sistemas son secuestrados hasta que se pague un rescate, el robo de datos confidenciales que compromete la privacidad y el fraude en línea que puede resultar en pérdidas financieras significativas.
En paralelo, el cambio climático, un riesgo que se ha ampliado en relevancia, también afecta a las empresas de manera tangible. Eventos climáticos extremos como huracanes, inundaciones e incendios forestales no solo amenazan la seguridad de la infraestructura, sino que también pueden interrumpir las cadenas de suministro, generando pérdidas económicas y operativas. La fragilidad frente a condiciones climáticas adversas es un ejemplo claro de cómo las empresas deben considerar la adaptación a riesgos más allá del ámbito digital.
En el ámbito económico, la inestabilidad financiera representa otro riesgo latente. Fluctuaciones en los mercados, tasas de interés volátiles y recesiones económicas pueden tener un impacto directo en la rentabilidad y la sostenibilidad de las empresas. Estar preparados para enfrentar la incertidumbre financiera se ha convertido en una habilidad vital en este paisaje empresarial cambiante.
Los problemas de salud pública, evidenciados recientemente por la pandemia de COVID-19, han acentuado la necesidad de considerar riesgos relacionados con la salud. Interrupciones en la fuerza laboral debido a enfermedades contagiosas y escasez de suministros durante pandemias son ejemplos palpables de cómo eventos de salud pública pueden afectar a las empresas en diferentes niveles.
Finalmente, las disrupciones tecnológicas, si bien impulsan la innovación, también pueden presentar riesgos para aquellos que no se adaptan rápidamente. La obsolescencia de productos debido a avances tecnológicos y la pérdida de cuota de mercado frente a competidores tecnológicamente avanzados son ejemplos concretos de cómo la rapidez en adaptarse a las tendencias tecnológicas puede determinar la supervivencia de una empresa en el mercado actual.
En conjunto, estos riesgos destacan la necesidad imperiosa de que las empresas implementen estrategias de gestión de riesgos integrales. Desde la diversificación de riesgos hasta la inversión en medidas de seguridad cibernética y la planificación para eventos climáticos extremos, las empresas deben adoptar un enfoque holístico para mitigar los riesgos en esta era digital. La anticipación y comprensión de estos desafíos no solo son cruciales para la supervivencia a corto plazo sino también para el florecimiento a largo plazo en este entorno empresarial dinámico.
Ciberataques: Un peligro inminente para las empresas
En la era digital, los ciberataques han surgido como una amenaza omnipresente y en constante evolución para las empresas, con la capacidad de infligir daños significativos en múltiples niveles. Estos ataques, llevados a cabo por individuos malintencionados o grupos organizados, buscan explotar vulnerabilidades en los sistemas informáticos con el objetivo de obtener ganancias financieras, acceder a información confidencial o simplemente causar caos.
El ransomware, un tipo de ciberataque que ha ganado notoriedad, se caracteriza por la infiltración en sistemas informáticos seguidos de la encriptación de archivos. Los atacantes exigen un rescate a cambio de la liberación de los datos. Un ejemplo ilustrativo es el ataque WannaCry en 2017, que afectó a sistemas en todo el mundo, desde hospitales hasta empresas, paralizando operaciones y generando pérdidas financieras considerables.
Otro tipo común de ciberataque es el robo de datos confidenciales. Este tipo de ataque busca acceder a información valiosa, como datos personales, detalles de tarjetas de crédito o propiedad intelectual. Un caso emblemático fue el ataque a Equifax en 2017, donde los datos personales de millones de personas fueron comprometidos, evidenciando la vulnerabilidad de las empresas ante la pérdida de información sensible.
Los ataques de phishing son tácticas engañosas utilizadas para obtener información confidencial, como contraseñas o datos financieros, haciéndose pasar por entidades confiables. Un ejemplo destacado es el ataque contra el Comité Nacional Demócrata en 2016, donde correos electrónicos falsos engañaron a los destinatarios para que revelaran información confidencial, desencadenando una serie de eventos que impactaron en la esfera política y de seguridad nacional.
El fraude en línea es otra amenaza digital que afecta a empresas y consumidores. Estafas que van desde la suplantación de identidad hasta la venta de productos falsificados son ejemplos que demuestran la diversidad de tácticas empleadas por ciberdelincuentes para obtener ganancias ilícitas en el ciberespacio.
Los ataques de denegación de servicio (DDoS) tienen como objetivo abrumar los sistemas de una empresa, dejándolos inaccesibles para usuarios legítimos. Estos ataques, como el dirigido contra Dyn en 2016, que afectó a sitios web populares, demuestran la vulnerabilidad de las infraestructuras digitales frente a interrupciones masivas.
La ingeniería social es una táctica donde los atacantes manipulan a individuos dentro de una organización para obtener acceso no autorizado. Un ejemplo paradigmático es el ataque contra la red eléctrica ucraniana en 2015, donde los ciberdelincuentes utilizaron la ingeniería social para infiltrarse y causar cortes de energía.
Los ataques de día cero se centran en vulnerabilidades previamente desconocidas en el software. Un ejemplo notable es el ataque contra la empresa de seguridad informática Hacking Team en 2015, donde los atacantes explotaron vulnerabilidades no parcheadas en el software de la empresa para acceder y divulgar información confidencial.
Desde Viovia nos advierten: “Los ciberataques representan una amenaza inminente para las empresas en la era digital, y es crucial protegerse de ellos”. Desde ransomware hasta ingeniería social, la diversidad de tácticas utilizadas por los ciberdelincuentes subraya la importancia crítica de la ciberseguridad. La rápida evolución de estos ataques requiere que las empresas adopten medidas proactivas, desde la educación de los empleados hasta la implementación de tecnologías avanzadas de seguridad, para salvaguardar sus activos digitales y mantener la integridad de sus operaciones en este entorno cibernético cada vez más complejo.
La necesidad urgente de un seguro de ciberriesgos
Ante la creciente amenaza de ciberataques, las empresas están reconociendo la importancia vital de contar con un seguro de ciberriesgos. Esta forma de póliza de seguro está diseñada para proteger a las empresas contra las pérdidas financieras y operativas resultantes de ataques cibernéticos. En esencia, una póliza de ciberriesgo proporciona una red de seguridad que ayuda a mitigar los costos y las consecuencias de eventos como el robo de datos, ataques de ransomware y otras amenazas digitales.
La póliza de ciberriesgo cubre una variedad de aspectos cruciales para la recuperación de una empresa después de un ciberataque.
¿Contra qué protege esta póliza?
-
Cobertura de pérdida de datos: Protege contra la pérdida o robo de información confidencial, incluyendo datos de clientes, información financiera y propiedad intelectual.
-
Gastos de notificación y restauración: Cubre los costos asociados con informar a los afectados después de un ciberataque y facilita la restauración de sistemas y datos. Responsabilidad
-
Cibernética: Ofrece protección contra demandas derivadas de la pérdida de datos de clientes, abordando posibles acciones legales y sanciones.
-
Extorsión cibernética: Proporciona cobertura en caso de chantaje digital, donde los atacantes exigen un rescate a cambio de la liberación de sistemas o datos.
-
Gastos legales y de relaciones públicas: cubre los costos legales asociados con la respuesta al ciberataque y las acciones de relaciones públicas necesarias para gestionar la reputación de la empresa.
-
Interrupción del negocio: Protege contra pérdidas financieras derivadas de la interrupción de operaciones debido a un ciberataque, compensando ingresos perdidos y costos adicionales de operación.
-
Costos de recuperación de datos: Cubre los gastos de recuperación y restauración de datos perdidos o dañados durante un ciberataque.
-
Daños a la reputación: Ofrece cobertura para mitigar los impactos en la reputación de la empresa, incluyendo asesoramiento de relaciones públicas y campañas de gestión de crisis.
-
Investigación forense: Facilita los costos asociados con investigaciones forenses para determinar la causa y el alcance del ciberataque.
-
Responsabilidad por errores y omisiones (E&O): Cubre las reclamaciones de terceros relacionadas con errores u omisiones en la gestión de seguridad cibernética.
-
Gastos de notificación regulatoria: Protege contra los costos de notificar a las autoridades regulatorias sobre violaciones de datos, cumpliendo con requisitos legales.
-
Retroceso de extorsión: Cubre la pérdida financiera resultante de negarse a pagar un rescate en situaciones de extorsión cibernética.
La póliza de ciberriesgo actúa como un paraguas integral, proporcionando una protección robusta contra los diversos riesgos y daños asociados con los ciberataques. Esta cobertura multifacética se ha vuelto esencial en un mundo donde las amenazas cibernéticas son cada vez más sofisticadas y omnipresentes.
Entonces, ¿Qué debes hacer?
Mientras que la red ha llevado a la humanidad a nuevas alturas de conectividad e innovación, también ha traído consigo una serie de riesgos.
Las empresas, conscientes de los peligros que enfrentan, deben adoptar medidas proactivas, incluido el aseguramiento contra los ciberriesgos, para salvaguardar su integridad y continuidad operativa en esta era digital.