Por todo el mundo es sabido la enorme dificultad que conlleva abrir una empresa y tratar de solucionar todas las necesidades que esta tiene. La burocracia de este país y la exigencia del mercado hacen que esta labor requiera de un esfuerzo tremendo en todos los sentidos y que no todo el mundo sea apto para llevar a cabo un proyecto como este. El emprendedor lleva este tipo de situaciones en la sangre y sabe de sobra a todo lo que se expone y lo que hay que hacer en cada momento para intentar que la actividad que se está encargando tenga éxito y una rentabilidad que permita perpetuar una obtención de beneficios.
Pero claro, no es nada fácil ser emprendedor en un momento como en el que nos encontramos. Por un lado, acabamos de salir de una de las peores crisis económicas que se recuerdan y de una situación sanitaria como la que no hemos tenido en ningún otro momento de la Historia reciente. Desde luego, hay que tener muy claras las cosas en un momento como este 2022 para meterse en este tipo de ‘fregados’. No es fácil asumir una responsabilidad tan grande como la que va asociada a dirigir una empresa.
Ahora imaginaos asumir esa responsabilidad sin nadie más a nuestro alrededor, siendo una empresa unipersonal. Es el más difícil todavía. La verdad es que no contar con ninguna persona más puede ocasionar problemas. Solamente con una persona a los mandos, podemos vernos envueltos en algunos riesgos si, por ejemplo, la persona se encuentra con un simple dolor de tripa. Desde luego, no cabe la menor duda de que, al menos, es imprescindible tener algún tipo de ayuda para evitar asuntos como de los que estamos hablando.
Muchas más empresas de las que creemos son de corte unipersonal. Lo hemos sabido gracias a una gráfica publicada por la página web Statista en la que se establece el porcentaje de empresas de este tipo sobre el total de empresas de este país. En el año 2011, era un 30%, pero en el año 2020 ese porcentaje había subido hasta superar el 43%. Ni que decir tiene que estamos hablando de una cantidad importante y que, desde luego, es probable que siga creciendo de cara a los años que están por venir. Parece que muchas personas han encontrado la manera ideal de trabajar: hacerlo de manera individual.
Las empresas constituidas solo por una persona ya necesitaban ayuda antes, pero ahora que el mercado es mucho más exigente y que todo el mundo está trabajando en dejar atrás los efectos de la pandemia, esa ayuda es más necesaria que nunca. Ni que decir tiene que las entidades unipersonales necesitan externalizar algunos de los trámites a los que están sujetas por ley. Es precisamente por eso por lo que, en opinión de los profesionales de Trámites Fáciles Santander, ha crecido el volumen de trabajo que requieren las empresas constituidas solo por una única persona.
Una manera de potenciar la competitividad
Hay una cosa que está clara: si perdemos demasiado tiempo con trámites burocráticos y la empresa de una sola persona no puede centrarse en el desarrollo de su actividad, lo que está claro es que va a tener problemas para ser competitiva. Por eso, la necesidad más grande de entidades como de las que estamos hablando no es otra que la que está relacionada con poder delegar alguno de los trámites que tiene que cumplimentar en términos fiscales (por ejemplo) para poder centrarse en vender su producto o servicio, que a fin de cuentas es lo que le reporta dinero.
Siempre que llegan problemas económicos a nivel general, las empresas que primero pagan las consecuencias son las más pequeñas, las que están constituidas por una o varias personas. Y es que son las más vulnerables a los problemas macroeconómicos. Y la verdad es que es a este tipo de entidades a las que hay que brindarles un apoyo más estrecho en momentos difíciles. Teniendo en cuenta la enorme cantidad de empresas de este tipo que existen en el interior de nuestras fronteras, está claro que es vital para la economía española que puedan seguir existiendo.
Una de las cosas que hemos echado de menos en la gestión de las crisis económicas en España, y desde diferentes espectros políticos, es que se ha procurado ayudar a las grandes empresas pero no tanto a las pequeñas entidades. Y ese es un error, porque la mayor parte de la población española trabaja en una pequeña o mediana empresa. Si nos olvidamos de ellas, por lo tanto, vamos a tener problemas. Así que es mejor que aprendamos la lección y que tengamos en consideración que es necesario apoyar a todo tipo de entidades en momentos duros. La economía nacional lo agradecerá.