Las ruedas del coche se desgastan, se deforman, se pinchan y acaban pidiendo a gritos que las cambiemos. Y si no lo hacemos, podemos tener un susto en la carretera.
Vamos al grano.
El mínimo de dibujo: 1,6 mm
La ley dice algo muy claro: las ruedas de un coche tienen que tener al menos 1,6 mm de dibujo. Ese es el límite legal. Si están por debajo de eso, no solo es peligroso, también te puede caer una buena multa. Y créeme, no es nada gracioso que te paren, revisen tus ruedas y descubran que estás circulando casi sobre “slicks”.
Lo bueno es que las ruedas tienen una guía. No hace falta sacar una regla o un metro cada vez que quieras comprobarlo. Entre los canales de la goma verás unos pequeños “testigos” de desgaste. Si la superficie del neumático ya está al nivel de ese testigo, es hora de cambiarlas. Así de simple y sencillo.
Yo, la primera vez que vi esos testigos, pensé que eran un adorno. Luego me explicaron que son la manera más fácil de no engañarse. Porque, seamos sinceros, a veces uno quiere pensar que todavía aguanta un poco más. Pero si ya está al ras, no hay vuelta atrás. Y es mejor hacerlo antes de llegar a ese punto, porque en días de lluvia, con menos dibujo, el coche se comporta como si estuviera sobre jabón.
Además, aunque la ley diga 1,6 mm, la mayoría recomienda no esperar tanto. Cambiarlas antes, con 2 o 3 mm de dibujo, ya te da mucha más seguridad. No cuesta nada echarles un ojo cada par de semanas. Son dos minutos que te pueden ahorrar un susto.
La presión, tal y como te dice el fabricante
Si hinchas demasiado las ruedas, se gastan por el centro. Si les pones poca presión, se gastan por los laterales. Es como cuando caminas con zapatos que no son de tu talla: algo se acaba rompiendo antes de tiempo.
Yo aprendí esto de la forma más tonta. Un colega me dijo que “cuanto más aire, mejor”. Y yo, inocente, lo hice. Bueno, pues en pocos meses las ruedas estaban comidas por el centro. Parecían una tabla de surf, y nada, dinero tirado a la basura.
Cada coche tiene su medida ideal de presión. No hace falta adivinar: suele estar en una pegatina dentro de la puerta del conductor o en la tapa del depósito de combustible. Ahí te dice cuántos bares poner según si vas solo, con carga, o con el coche lleno de gente.
Para revisar la presión, solo tienes que ir a la gasolinera, conectar la manguera a las ruedas y listo. Es gratis en muchos sitios y no se tarda nada de tiempo. Lo ideal es hacerlo al menos una vez al mes, porque, aunque no pinches, las ruedas pierden un poco de aire con el tiempo.
Y ya te digo: llevar la presión correcta no solo alarga la vida de las ruedas, también hace que gastes menos gasolina. Así que, al final, es dinero que te ahorras.
Pinchazos, grietas y deformaciones
El desgaste no es lo único que mata unas ruedas, los pinchazos también están en la lista, y lo curioso es que a veces pinchas y ni te enteras de que has pinchado. Vas perdiendo aire poco a poco hasta que un día el coche empieza a ir raro o se te enciende el testigo del coche. Por eso conviene revisar la presión, porque ahí descubres que algo no va bien.
Si el pinchazo está en la banda de rodadura, en la parte que toca el suelo, muchas veces se puede reparar. Pero si es en el lateral, olvídalo: no hay arreglo posible, toca cambiarlas.
Luego están las grietas. Si ves que tus ruedas tienen pequeñas rajitas en el caucho, como arrugas secas, es mala señal. Eso pasa porque el neumático se va endureciendo con el tiempo, sobre todo si el coche duerme en la calle. Y un neumático duro no agarra igual, se vuelve inseguro.
Y ojo con las deformaciones. Si notas que la rueda tiene un “huevo”, una parte abultada, ámbiala ya. Eso es peligroso porque puede reventar en cualquier momento, y no hay nada más desagradable que un reventón en plena carretera.
Como ves, no solo hay que fijarse en el dibujo. Mira el estado general de la rueda, como mirarías la fruta en el súper antes de comprarla.
Cuándo llevar el coche al taller a cambiar las ruedas
Vale, ya tienes claro que hay que mirar el dibujo, la presión y que no haya deformaciones raras. Pero llega el momento de la verdad: ¿cuándo las cambio?
Yo siempre digo que hay señales que no se deben ignorar:
- El coche vibra demasiado al conducir.
- Notas que se va hacia un lado sin razón.
- El volante transmite un traqueteo extraño.
- El dibujo ya está al límite o directamente gastado.
Si te pasa algo de esto, no lo dejes para más adelante. Llévalo al taller y que lo revisen. Eemotor, un taller mecánico de coches con más de 25 años de experiencia, nos aconsejaron lo siguiente cuando le preguntamos sobre el tema: “Mucha gente espera a que el neumático esté totalmente liso para cambiarlo, pero lo recomendable es hacerlo antes, porque cuando se acerca al límite legal ya ha perdido gran parte de su agarre en lluvia”. Y sí, tienen razón.
Yo lo he comprobado conduciendo con ruedas gastadas bajo la lluvia: el coche tarda más en frenar y se nota que patina más fácilmente.
La edad también cuenta
Las ruedas tienen una fecha de fabricación, y han de usarse, máximo, antes de cinco años tras su fabricación. No, no caducan, pero tiene un uso preferente. Aunque tengan dibujo suficiente, porque el caucho se endurece, se agrieta y pierde propiedades.
La mayoría de fabricantes recomiendan cambiarlas cada 5 o 6 años, aunque no estén gastadas del todo. Y si pasan de los 10 años, ya no hay discusión: fuera. Mira el lateral de la rueda, ahí está la fecha de fabricación. Viene en un código de cuatro cifras. Por ejemplo, 2519 significa semana 25 del año 2019. Es fácil de leer.
Conocer esa fecha te evita confiar en unas ruedas que parecen nuevas pero ya están viejas por dentro. Es como si te vendieran leche con la fecha de caducidad borrada. Es mejor no jugársela.
El truco de las cuatro ruedas
Mucha gente, por ahorrar, cambia solo las delanteras. Es lo típico. Pero lo ideal es cambiarlas en pares, y si se puede, las cuatro a la vez.
Si no puedes, al menos pon las nuevas detrás. Aunque suene raro, es más seguro, porque el eje trasero es el que mantiene el coche estable. Si las ruedas traseras están gastadas y las delanteras nuevas, puedes perder el control más fácil en una curva.
Yo antes pensaba lo contrario, que lo mejor era tener las nuevas delante “porque ahí va la dirección”. Pero no. Está demostrado que el mayor riesgo de trompo viene de atrás.
Aun así, ve a tu mecánico de confianza y cerciórate de cuál debes cambiar.
No todo es culpa de las ruedas
A veces una rueda se gasta no porque esté defectuosa, sino porque el coche tiene algún problema de alineación o suspensión. Si ves que un neumático se desgasta mucho más de un lado que de otro, no pienses que es solo “mala suerte”. Puede que el coche esté desalineado y lo que necesitas es un ajuste, no solo ruedas nuevas.
Por eso, cada vez que cambies las ruedas, pide que revisen la alineación. Es un gasto pequeño que alarga la vida de las gomas y hace que el coche vaya recto como debe.
Mirar las ruedas no cuesta nada
De verdad, no hay excusa. Puedes mirar tus ruedas en el mismo momento en que aparcas el coche. Son segundos: te agachas un poco, ves el dibujo, revisas que no haya cortes ni bultos, y listo. Esa pequeña rutina puede ahorrarte sustos, multas y dinero.
No hace falta obsesionarse, pero tampoco ir por la vida como si las ruedas fueran eternas, pero no lo son. Y no hace falta saber de mecánica para darse cuenta, solo prestar un poco de atención.
Al final, cambiar las ruedas no es solo una cuestión de gastar dinero
Es seguridad, tranquilidad y también respeto por los demás. Porque si tu coche no frena a tiempo por llevar las ruedas gastadas, no solo te la juegas tú.
Sé que da pereza, que siempre hay algo más divertido en lo que gastar. Pero, seamos sinceros, si vamos a subirnos a un coche y ponerlo a 100 por hora, lo mínimo es que las ruedas estén en condiciones. No es un lujo, es básico.
Yo lo veo así: las ruedas son de esas cosas en las que no merece la pena ahorrar demasiado. Y una vez que lo tienes claro, es fácil. Basta con mirar de vez en cuando, no esperar al último momento y no engañarse pensando que “todavía aguantan”. Porque cuando toca, toca.