Más del cincuenta por ciento del oro existente en el mercado, es destinado a su uso en joyería. Su facilidad de manejo y su versatilidad, unido a otras muchas propiedades, lo convierten en el metal precioso más valorado. El segundo lugar donde el oro es muy utilizado, debido a que se trata de un material muy conductible, es la electrónica. Este sector, acapara casi un cuarenta por ciento del oro del mercado. El resto, se utiliza para hacer lingotes, monedas y un mínimo porcentaje se destina a otras aplicaciones.
En estado puro, el oro es un material muy maleable y fácilmente deformable, por eso, para darle un buen uso aplicado a la joyería, hay que mezclarlo con otros materiales. Con este método, conocido como aleación, se obtiene la dureza que es necesaria para que el metal, permanezca en la forma deseada.
Los expertos en joyería, y por tanto en piezas de oro, de Serrano Joyeros, nos han detallado algunos aspectos de este valioso material que quizá algunos, desconocen. Empezando por los quilates y su definición.
Los conocidos como quilates a los que hacen referencia todos los artículos de joyería, en especial el oro, se refiere a su pureza. Cuando se habla de veinticuatro quilates, se habla de oro puro. En este caso, el metal se considera demasiado blando para poder trabajar con el y obtener resultados óptimos.
Por esa razón, se mezcla con otros metales, las aleaciones resultantes se definen en base a la cantidad de oro puro y el porcentaje de otro metal. Según el metal con el que se mezcle el oro, se obtiene un color diferente.
Es decir, cuando hablamos de oro blanco o rosa, por citar los más conocidos, no hablamos de que el oro posea ese color de origen. El color es el resultado de una aleación.
Aleaciones igual a colores
El porcentaje más habitual de oro en las aleaciones, es de un setenta y cinco por cien. Con ese valor, se obtiene oro de ley de dieciocho quilates. La ley indica se refiere al propio porcentaje, así un anillo de veinte quilates, tendrá una ley de veinte.
En cualquier caso, según las pretensiones del joyero o el destino del oro, se mantiene mayor o menor su grado de pureza. Se aconseja, por ejemplo, que para lucir un anillo de oro con una piedra considerable, lo mejor es utilizar oro de catorce quilates. La dureza que ofrece permitirá un agarre mejor que si se engarza en uno de veinticuatro.
Veamos ahora los posibles colores que puede presentar el oro y a que metal se debe el resultado. Los colores que podemos encontrar ahora en el mercado, hace unas décadas eran todavía unas rarezas. Hoy es fácil encontrar oro amarillo, rojo, rosa, verde y blanco.
Aquí el experto joyero es donde hace su magia. Alquimia, lejos de lo místico, para convertir todo lo que toca, en oro. Partiendo de ese setenta y cinco por cien de oro, si se busca obtener un oro amarillo con alto grado de pureza pero también de dureza, la aleación será de un setenta y cinco por cien de oro, más un veinticinco por cien de plata y otro tanto de cobre.
Para obtener un oro rojo, a ese setenta y cinco por cien de oro, se le añadirá un veinticinco de cobre. Para convertir ese rojo en rosa, bastará con reducir el porcentaje de cobre un cinco por cien y sustituirlo por plata.
Si la aleación se compone solo de oro y plata, en un setenta y cinco y un veinticinco por cien, respectivamente, resultará un oro verde.
El paladio en proporción variable según el joyero, se utiliza junto al cobre y la plata para obtener un oro blanco cuyo color no amarillee y permanezca. Otra variante del blanco es el oro gris que se obtiene con una aleación de un quince por cien de níquel y un diez de cobre.
Teniendo en cuenta todas estas proporciones y colores, los joyeros disponen de una amplia variedad de modelos y diseños. Obviamente, las aleaciones pueden encarecer los precios, puesto que metales como el paladio suelen ser muy difíciles de encontrar. En tanto más oro posea la aleación, más valioso será el resultado de la joya.
Cuidado con el oro
El oro es uno de esos metales que no se oxida, ni pierde lustre con el paso de los años. Si se guarda bien y se protege, no presentará rozaduras ni rasguños que lo afeen.
Limpiar joyas de oro no requiere de productos especiales ni una dedicación extrema: agua caliente y jabón bastan para que la grasilla que se acumula del uso y el contacto con la piel, desaparezca. Secarlo bien para evitar manchas de agua y frotar para dar lustre es lo único que debes hacer para mantener tu joya brillante.
Siempre hay que tener en cuenta si lleva piedras incrustadas, ya que estás si pueden requerir cuidados más específicos. Por lo demás, el oro es un metal agradecido que solo requiere que lo protejas de golpes o arañazos que puedan afearlo.
Representación de riqueza
Símbolo de riqueza desde hace milenios. El oro siempre ha sido codiciado por el ser humano. Posiblemente su color amarillo brillante que atrapa, embelesaba a aquellos que por primera vez, lo encontraron.
Se convirtió rápido en moneda de cambio, siendo precursor del dinero que actualmente conocemos. Los presentes hechos con el siempre han sido considerados tesoros. Desde ornamentos decorativos en la antigüedad hasta lingotes de oro que aseguran la salud económica y financiera de los países.
Podemos observar como ya en otros tiempos, épocas y culturas, el oro, estaba presente en las posesiones de los poderosos. Egipcios, griegos y romanos… hasta hoy.
Es fácil encontrar imágenes de los faraones de Egipto con tonos dorados e incluso de oro. Ese símbolo de poder que para ellos evocaba el resplandor del sol, a cuyo dios denominaban Ra.
Se cuenta que los griegos revestían sus tumbas de oro como símbolo de riqueza; y es por todos sabido que en la antigua Roma, el sistema monetario se regía por el oro.
Otras culturas como la inca o la precolombina, también se distinguían por sus joyas de oro y la ostentación que ofrecían.
Podrimos detallar aquí todas las culturas que han convertido el metal precioso en símbolo de prosperidad y riqueza. Sin embargo, viendo como en la actualidad, el uso del oro sigue asociándose al poder, la riqueza y la opulencia, ya sabemos cuál ha venido siendo su trayectoria desde que se descubrió.
Sobra decir, que su uso principal, ha sido, es y será, para la creación de la joyería más fina y selecta. Las posibilidades que ofrece este metal son infinitas, más si cabe, debido a las diferentes aleaciones que se pueden realizar.